sábado, 8 de abril de 2017

Capturan al revoltoso cura Hidalgo y a sus secuaces

Fueron aprehendidos en Acatita de Baján, Coahuila


Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
17-04-08


#Efemérides,  #EfeméridesMexicanas,  #UnDíaComoHoy 8 de abril de 1811 en esta Ciudad de México, con salvas de artillería y el tañido de las campanas de todas las iglesias se anuncia la captura de Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo, Jiménez, Camargo y otros alborotadores de la paz pública.
Esta casa editora tiene el gusto de anunciar a nuestros finísimos lectores que, con una gran estrategia de los militares realistas, por fin fueron capturados los revoltosos que habían estando asolando estas hermosas tierras de la Nueva España.
Escena dela captura.
Se habían tardado en la captura de estos peligrosos delincuentes ya que fue necesario perseguirlos por un largo camino, en particular a ese inquieto curita instigador al desorden, que se había levantado en Dolores y viajado por varias ciudades hasta que llegó a la ciudad de Guanajuato. Allí estuvo un tiempo y partió hacia el sur por Silao y Salamanca, llegando a Valladolid, Maravatio y Toluca y luego hasta las Cruces, muy cerca de nuestra ciudad que Dios tuvo a bien no se le ocurriera entrar acá porque esto hubiera sido un desorden total. De allí se permitió pasearse hacia Aculco, Celaya, Salamanca y varias ciudades  hasta llegar a Puente de Calderón. A ese largo camino les ha dado por llamarlo La Ruta Hidalgo.
Esos falsos insurgentes pretendían la renuncia del su excelentísima el virrey  Francisco Javier Venegas y reunir un Congreso para gobernar estas tierras con un representante de la Casa de Felipe VII.
La captura tuvo lugar el pasado 21 de marzo en Béjar, por parte del teniente coronel Ignacio Elizondo, anteriormente con los insurgentes. Éste se unió, en días previos, al teniente comandante J. de Rábal, el administrador de tabacos don Tomás Flores, a su hijo Vicente, al capitán Macario Borrego, al teniente Rafael del Valle, al alférez Matías Jiménez, al sargento Ventura Ramos, a Faustino Castellanos y a otros vecinos principales, quienes organizaron un gallo (festejo popular), en el cual embriagaron al mariscal Pedro Mariscal y, tomando dormido a Ignacio Castro, se apoderaron de la fuerza conformada por 150 hombres y 9 cañones.
El cura Miguel Hidalgo, ahora preso.
El día anterior a la captura, Elizondo y sus compañeros se reunieron en el curato de Monclova con el cura Galindo para acordar la prisión de Hidalgo, generales y ejército. Los Flores querían dirigir la captura pero se acordó que el teniente coronel Elizondo, junto con Valle, Uganda y 200 hombres, fuesen al paraje de Baján y pusiesen allí un campamento al pie de la cuesta para no ser descubiertos. Elizondo mandó un intérprete, un tal Pablo Delgado con cuatro indios a reconocer el campo insurgente.
Uganda, tendiendo la trampa, mandó a Pedro Bernal con un mensaje para Jiménez, con el pretexto de que estaban escasos de agua. El tal Bernal dijo a Jiménez que era importante que de avanzada llegaran primero los cabecillas para poder tomar agua, así como los caballos que estaban débiles, y allí, por sorpresa, Elizondo los capturó, teniendo ya preparados en su ejército a todos los necesarios para amarrar a los prisioneros. De allí fueron llevados a Las Norias de Baján, a 14 leguas.
A más detalle podemos anotar, con algunos datos tomados del parte militar, que:
Fue avistado un primer carro en el que venía el carmelita Fray Pedro de Bustamante, y con él un muchacho de doce años, el teniente Joaquín Rodríguez, el alférez Fernando Rodríguez (de Río Grande), y un soldado no identificado. Fueron capturados inmediatamente.
Ignacio Allende, cómplice también preso.
En seguida se ha logrado la aprehensión en un segundo coche, después de una pequeña resistencia, a Flores, a un teniente González (de Saltillo) con otros 60 hombres. González fue muerto y haciendo a un lado su cuerpo, se tomó en este segundo coche a dos clérigos, una mujer y a 14 hombres de escolta y fueron conducidos a las casas donde los amarrarían custodiados por cuatro hombres.
 Un tercer coche conducía sólo mujeres y el cuarto sólo clérigos, mismos que fueron capturados. El quinto coche traía al tesorero de los rebeldes Mariano Hidalgo y Costilla, hermano del cura  principal y varias mujeres con escolta de peladillos, siendo todos amarrados.
En el sexto carro venían el “generalísimo” Allende y una mujer. El fiel Rodríguez avisó al teniente Elizondo que a partir de allí venían los generales involucrados por lo que cercaron el coche, y don Tomás Flores los instó a rendirse en nombre del rey a lo que el tal Allende contestó: “eso no; primero morir, yo no me rindo”, tirando un balazo desde el interior del carro que, afortunadamente a nadie le dio. Ante esta agresión nuestro Elizondo mandó hacer fuego y allí murió el hijo de Allende.
Mariano Jiménez, preso.
Un tal Arias salió del coche, herido en un cuadril, apuntando a don Tomás Flores. En ese momento Jiménez el rebelde reclama a don Tomás el recibimiento que les hacían, tratando de convencer a los realistas de unirse a su causa, quezque por que todos “éramos americanos”, pero Matías Jiménez, determinado, los amarró a todos, conduciéndolos a Béjar.
En el séptimo coche venía un carmelita, un clérigo, el barón de Bastrops, Sebastián Rodríguez y otro no identificado. En otros cinco coches llegaron más y todos fueron amarrados.
Avisó Rodríguez que con el decimotercer carro venía el cura Miguel Hidalgo montado en un caballo prieto, un padre a su lado y cuarenta hombres de escolta, todos de las colonias de Nuevo Santander.
Elizondo los dejó pasar y junto con los Flores se acercaron y exigieron la rendición en nombre del rey. El cura Hidalgo pretendió sacar una pistola pero Vicente Flores lo impidió agarrándole la mano y diciéndole que estaba perdido, ya que estaba cercado y todos dispuestos a dispararle. Quedó custodiado por los Flores, y otros diez o doce hombres.
Elizondo fue entonces al encuentro del siguiente carro en el que iban Lanazagorta, Santa María y otros que quedaron amarrados
A las cinco de la tarde se habían acabado 300 lazos. Los artilleros insurgentes no querían rendirse y muchos murieron. En la jornada fueron muertos 40, hubo 893 prisioneros, se confiscaron 500 mil pesos en plata acuñada, otro tanto en plata pasta, 18 tercios de balas, 22 cañones de pólvora, 5 carros de municiones, 2 guiones, una vadera con la cruz de Borgoña y quedaron prisioneros los generales principales: Generalísimo Miguel Hidalgo y Costilla; capitán general Ignacio Allende; teniente general Mariano Jiménez; el licenciado Ignacio Aldama; los mariscales Nicolás Zapata, Pedro Aranda, Francisco Lanzagorta, Manuel Santa María, Ignacio Camargo y Mariano Alvarado; los brigadieres Juan Bautista Carrasco, Juan Ignacio Ramos y Onofre Carvajal; los coroneles, Agustín Marroquín, Luis Mireles y José Santos Villa; el director de ingenieros, Vicente Valencia; licenciados Ramón Garcés; Manuel Garcés y J. M. Chico.
Entre los realistas no hubo pérdida alguna y los prisioneros fueron llevados todos a Béjar.

Muchas felicidades a nuestras fuerzas armadas que nos defienden de los enemigos.



Notas:
De acuerdo a algunas fuentes, como la consultada para escribir el presente texto, fue Ignacio Aldama el capturado en Acatita de Baján. Pero otras fuentes indican que fue Juan Aldama el capturado, quien era hermano del primero y cercano de Allende.
En el texto consultado no se menciona que haya sido capturado Abasolo, a pesar de que muchas fuentes aseguran que así fue.
Todos lo prisioneros fueron llevados a Villa de Chihuahua donde les hicieron juicio, fusilaron y desmembraron para llevar sus cuerpos a diferentes partes del país.

Con información de:

D. R. 2017 Darío Aguirre 







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